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Digital Health

En la orquesta que es la sanidad, hay escasez de directores.

¿Pueden los médicos y enfermeros centrarse únicamente en tareas de alto valor y repercusión? ¿Qué transformaciones básicas deben llevarse a cabo para que esto ocurra?

Eduardo Freire Rodrigues

October 18, 2023 · 3 min lectura

Se ha hablado mucho del impacto de la revolución tecnológica en la prestación de cuidados, de las infinitas ventajas relacionadas con el uso de algoritmos para diagnosticar enfermedades en una fase temprana, de la capacidad de personalizar los tratamientos, de la posibilidad de difuminar las fronteras entre el hospital y el domicilio de cada persona. Sin embargo, se ha prestado menos atención a la redefinición de los roles profesionales que está teniendo lugar. Y esta redefinición no sólo es deseable, sino necesaria.
No es ninguna novedad que el panorama demográfico ha cambiado en las últimas décadas y que somos uno de los países más "envejecidos" de la Unión Europea. La edad media de la población portuguesa será de 47 años en 2022, la segunda más alta de los 27 Estados miembros. Si, por un lado, el aumento de la longevidad es un signo de progreso científico, no es necesariamente sinónimo de vivir mejor. La otra cara de la moneda es el aumento de las enfermedades crónicas, que obliga al sistema sanitario a reinventarse para responder a necesidades que se prolongan en el tiempo, requieren intervenciones multidisciplinares y cuyo éxito depende también de la capacidad de invertir en prevención.
El hecho es que los recursos humanos son escasos para tantas necesidades diversas y exigentes, y los procesos asistenciales actuales son poco eficientes. En pocas palabras, hay tareas de escaso valor asignadas a profesionales extremadamente especializados que, por cierto, están agotados. Por tanto, sólo es útil debatir el potencial de la tecnología para un futuro más saludable, eficiente y diferenciado si también se transforma la base de la prestación asistencial, liberando a médicos, enfermeros y otros profesionales para que se centren en tareas de alto valor e impacto.
Está en juego la imperiosa necesidad de promover la asignación inteligente de tareas entre equipos de profesionales sanitarios y de llevar esta división a un nuevo nivel, en el que algunos de ellos puedan incluso prescindir de la participación humana. En un contexto de escasez de recursos humanos, ¿tiene sentido que los anestesistas dediquen tiempo a rellenar cuestionarios prequirúrgicos, por ejemplo, con datos que ya existen en los sistemas de información? ¿Y cuántas citas de seguimiento de pacientes estables podrían haberse sustituido por un momento de comunicación asíncrona, cuando los médicos de cabecera tienen listas de hasta 2.000 pacientes? ¿Cuál es la eficiencia del tiempo que los equipos de enfermería dedican a las llamadas de seguimiento sin ningún tipo de herramienta que permita calibrar de antemano qué pacientes están estables y aquellos en los que su intervención podría marcar realmente la diferencia?
Para revertir este escenario se necesitan dos piezas fundamentales: la tecnología -encargada de realizar las tareas que se le asignan- y los viajes asistenciales -planes que indican la ruta que seguirá el paciente desde el momento en que se le diagnostica, enlazando diversos puntos del sistema sanitario-. La participación de médicos y enfermeros en el diseño y gestión de estos itinerarios no sólo les permite identificar los puntos críticos en los que la tecnología es efectivamente útil, sino también determinar las tareas que pueden delegar en ellos, garantizando una asignación eficaz de tareas y un mayor control y autonomía sobre el proceso asistencial.
Como una orquesta, guiada por la partitura, el itinerario asistencial orienta la actuación de todos los profesionales y la tecnología. Cada equipo "toca su instrumento" de forma autónoma y acompasada. El médico se libera de tareas indiferenciadas. Pasa del papel de ejecutor de todas y cada una de las tareas a centrarse en las de alto valor y a un papel de conceptualización y gestión: el compositor y director de la orquesta.
Nuestro sistema ya cuenta con los mejores músicos -los profesionales de la salud- y los nuevos instrumentos siguen llegando con promesas de inteligencia, precisión, previsibilidad y seguridad. Lo que falta es la distribución de partituras, que unan varios niveles asistenciales y equipos multidisciplinares e identifiquen exactamente qué nota debe tocar cada instrumento, para aumentar la previsibilidad de la asistencia, la diferenciación de las unidades sanitarias y la especialización de los profesionales.
Los pentagramas y los directores de orquesta hacen que la asistencia sanitaria funcione armoniosamente.
Música para todos nuestros oídos.

Eduardo Freire Rodrigues

CEO & Co-founder

Eduardo is a Public Health specialist, CEO and co-founder of UpHill. He has a master's degree in medicine from NOVA University of Lisbon and a postgraduate degree in clinical research from Harvard University. He is also a visiting assistant in Digital Health at ISCTE and NOVA Medical School. Early on, he learned how to code at the age of 14 and became passionate about it since then.

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